Toda su vida era caótica hasta que encontró un método con el que sobrevivir. A pesar de ello, cualquier cambio o pequeña variación en el tiempo, seguía provocaba efectos desastrosos e irreversibles. La única forma de subsistir en ese caos era una escrupulosa monotonía.
Al principio estuvo a punto de volverse loco. Ni siquiera se explicaba cómo había sobrevivido tanto tiempo. Para él, el tiempo tenía dimensiones desconocidas, imprevisibles. Los relojes no marcaban las horas una detrás de otra para él. En realidad, tardó mucho tiempo en descubrir el funcionamiento de un reloj, ya que nunca pudo poseer uno. Sólo tocarlos, cambiaban inmediatamente de hora, se paraban, o marcaban una hora imposible: las 79:73 h. por ejemplo.
Cuando intentaba llegar a una tertulia, o una conferencia, los demás ya estaban de vuelta. Al salir por la mañana de casa, ya era por la tarde, o bien era tan temprano que la gente aún dormía.
No podía conseguir ningún trabajo, ya que éstos se basan en horarios que él no podía cumplir, por mucho empeño que pusiera. No podía tener citas con chicas, ni siquiera conservar un amigo. Su soledad era infinita. Ni siquiera podía albergar la esperanza de tener una mascota. Se le moriría de hambre o de sed. También le costó bastante tiempo descubrir que el tiempo para los demás tenía una dimensión distinta a la suya. Su familia le había dejado por imposible, como un demente inofensivo al que hay que dar de comer para que no se le olvide hacerlo. Sólo él era consciente de que no se trataba de demencia, sino de una distorsión del tiempo que sólo le ocurría a él. Esta deducción le costó casi toda su vida descubrirla.
Hoy es el vigilante nocturno de la fábrica textil que hay a las afueras de la ciudad. Está casado con la mujer de la limpieza y viven en la casita de la entrada a la fábrica donde su mujer hace también las veces de portera. Consiguió su trabajo a fuerza de ir a la fábrica a pedir empleo. Descubrió que intentando llegar a la hora de abrir, siempre aparecía cuando los empleados marchaban, a pesar de que salía el sol por el horizonte cada vez que salía de su casa. Un día encontró al jefe de la fábrica saliendo de ésta, y consiguió el empleo. Pero la única manera de llegar a trabajar era salir de su casa al amanecer. Cualquier cambio de esa rutina, le haría volver al caos de su vida anterior, en una constante incertidumbre, sin poder controlar el tiempo nunca más.